viernes, 19 de abril de 2019

El Congreso de los soviets y la manifestación de Junio

El primer Congreso de los soviets, (consejos controlados principalmente por mencheviques y socialrevolucionarios), que sancionó los planes de ofensiva de Kerenski, se reunió el 3 de junio en Petrogrado, en el edificio de la Academia militar. Acudieron a él 820 delegados con voz y voto y 268 con voz, pero sin voto. Estos delegados representaban a 305 soviets locales y a 53 soviets cantonales y de distrito, a las organizaciones del frente, a los institutos armados del interior del país y a algunas organizaciones campesinas. Tenían voz con voto los soviets integrados por más de 25.000 miembros. Los formados por 10 a 25.000 sólo tenían voz. Basándose en estas normas, que, dicho sea de paso, es poco probable que se observan al pie de la letra, puede calcularse que en el Congreso estaban representadas más de 20 millones de personas. De los 777 delegados que facilitaron datos sobre su filiación política, 285 resultaban ser socialrevolucionarios, 243 mencheviques y 105 bolcheviques; después venían otros grupos menos nutridos. El ala izquierda, formada por los bolcheviques y los internacionalistas, representaba menos de la quinta parte de los delegados. En su mayoría, el Congreso estaba compuesto por elementos que en marzo se habían hecho socialistas y en junio estaban ya cansados de la revolución. Petrogrado tenía que parecer les una ciudad de locos.

El 9 de julio cayó en el Congreso esta noticia como bomba. La Prava de aquella mañana publicaba un llamamiento a un manifestación organizada para el día siguiente. Cheidse, hombre asustadizo, razón por la cual propendía también harto fácilmente a asustar a los demás, declaró, con voz de ultratumba: “Si el Congreso no toma medidas, el día de mañana será fatal”. Los delegados alzaron la cabeza, intranquilos. Para concebir la idea de enfrentar a los obreros y soldados de Petrogrado con el Congreso, no hacía falta ninguna cabeza genial: bastaba con fijarse en la situación.


Las manifestaciones patrióticas, no pocas veces armadas, provocan colisiones en las calles. Son pequeñas descargas de la electricidad acumulada. Ninguno de los bandos se decide a emprender la ofensiva: la reacción es demasiado débil y la revolución no tiene aún una confianza absoluta en sus fuerzas. pero tal parece que las calles de la ciudad están regadas con materias explosivas. Flota en el ambiente la inminencia del choque. La prensa bolchevique explica y frena. La prensa patriótica exterioriza su inquietud lanzándose a una campaña desenfrenada contra los bolcheviques. El 25 de junio, Lenin escribe: “Los salvajes aullidos de furor y de rabia contra los bolcheviques son el gemido de los kadetes, los socialrevolucionarios y los mencheviques por su propia impotencia. Tiene la mayoría. Están en el poder. Forman un bloque. Y ven que, a pesar de todo, no pueden nada. ¿Cómo no han de ponerse furiosos contra los bolcheviques?”


Consejos obreros (soviets).

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